domingo, 5 de julio de 2009

Tercera Mano

¡ Estaba paralizado por el terror !

En aquellos momentos, a alguien se le había escapado una mano pegada a un brazo, no se de quién era pero se parecía descaradamente a la mía, me quede extasiado un buen rato, la envidié por momentos, ojalá fuesen mis dedos, entonces miré hacia mis brazos y vi que uno no estaba en el lugar de partida, por lo tanto se había sublebado, había partido sin la receptiva orden mental, cerré los ojos con fuerza, le ordené que retrocediese, intenté por todos los medios que mis ojos lo desvinculasen de aquella situación, pero ya no me obedecía, quizás no debiera haber bebido tanto, quizás mi mirada debiera haberse relajado en horizontes lejanos o quizás mejor en otra mujer. Pero la 'V' formada por aquel 'jean' semiabierto se constituyó en un vórtice, del que mis dedos incontrolados se convirtieron en víctimas absorbidas.
El caso es que mi mano parece que se lo pasaba en grande, ajena a todo el descalabro que estaba organizando, debía acordarse de mi porque aún me retransmitía sus sensaciones dactilares, incluso volvió momentaneamente a su punto de partida solo para descaradamente mostrarme los dedos manchados por el producto de su trabajo.
-Pero ¿que coño haces?
El marido de la víctima del ataque de mi mano, hasta ahora amigo mio, al cuál parece ser que a él se le escapó otra mano con los dedos plegados sobre si mismos (según me dijo), me acarició el rostro, concretamente el ojo izquierdo, también hizo que uno de mis ojos dejará de transmitir, el apagón analógico continuó en mi mente.

-Uno no es de piedra Ramón. Lucía me estaba provocando y se me ha escapado una mano, que por lo que veo aún no controlo demasiado, le puede pasar a cualquiera, quizás por falta de concentarción.
-Pues yo lo que veo es que tienes mucha cara y eres un pervertido, te has salido de la realidad y más valdría que controlases un poco la situación, la pobre chica no te estaba provocando, estaba intentando limpiar una mancha de salsa en el jean.

Ella sonreía, le encantaba que se peleasen por ella. Mientras mi mano estaba en un sitio indebido y el puño de Ramón intentaba por todos los medios sacudirme hasta encontrar en mi cabeza el resorte que controlase todas mis extremidades, más que nada porque Lucía empezaba a ir desconectando también sus brazos.

3 comentarios:

tomasuncafe dijo...

hermosa historia,
hermosa mano,
una escalera al cielo definitivamente,
un abrazo

Nadia dijo...

yo tendría cuidado con el resto de extremidades.

Besos

Claudy dijo...

manos que endulzan.. manos que matan...