sábado, 18 de julio de 2009

Donde las dan las toman


Reunión de trabajo a media tarde.
Dos horas interminables de reunión, tensión en el ambiente, agotamiento mental, la empresa no es viable, contención de gastos, nadie es imprescindible, es decir que para que la empresa funcione, algunos sobramos, hay que trabajar duro para rentabilizar este proyecto, etc. etc.

La atractiva secretaria, trajo unos bocadillos y unas cervezas para distensionar el ambiente. Mientras movía la mandíbula con desgana, se me escapó una mirada, intenté disimular, pero una sonrisa, demostró que había quedado en evidencia, estaba distraido con ese triángulo oscuro que se formaba a través de su falda ligeramente subida, a través del vidrio de la mesa.

Mi mente flotaba dispersa intentando adivinar el color y forma de su ropa íntima, ¿cuál sería su color favorito?.



¿Estaría conjuntado con el resto de su indumentaria? Ocurrencias obscenas, pero relajantes, de modo que propiné un trago largo a la cerveza y mientras su frio sabor inundaba mi garganta, inesperadamente cruzó las piernas, me dió morbo pués esto significaba que a pesar de su indiferencia, estaba pendiente de mi mirada extraviada.
Pude percatarme que no usaba ropa interior… me ruboricé al descubrir que miraba atentamente mi reacción, mi cara debió delatarme, pensé que cerraría las piernas al sentirse observada, hizo justo lo contrario, parecía empeñada en que no acertara ni una pauta de su seductor comportamiento.
Me excité muchísimo, pero lo disimulé, cruzando mis propias piernas para abortar los efectos de la excitación, otro trago, esta vez mirando solo el botellín, concentrándome en descifrar su etiqueta.




Desde luego no iba a permitir que se notaran mis debilidades por las piernas de la 'secre'.
Cuando todos entraron en sus despachos colindantes, quedamos a solas en la sala, me ofrecí a ayudarla a recoger los restos del almuerzo, se paró frente a mi…


Me estaba tentando, con una franca sonrisa, mirando descaradamente hacía mi entrepierna, como se abultaba mi 'paquete' al compás de sus movimientos, sabiendo que estabamos relativamente solos en la sala de reuniones.


Notó mi nerviosismo, se sentó a mi lado, surgió una superficial conversación, acerca de lo bien que escribían los bolis 'bic' de última generación, lo bien que se adaptaban en la mano, sobre la suavidad de los nuevos tipos de folios, lo bien que queda la tinta azul sobre el papel blanco, era excitante comprobar como esa conversación metafórica fluía sin parar, el tono de la voz eran deliciosamente suave, con las palabras lentas y sensuales que se interrumpían por momentos, lo que nos obligaba a acercarnos, sustituyéndose a veces por largos intercambios de miradas, su perfume empezó a invadirme, eso me recordó la ausencia de ropa interior, un hecho que me costaba olvidar. Entonces sentí un dolor aprisionante, abrí las piernas para liberarme un poco, me gustó comprobar como la vista se le quedó fijada en la pirámide incipiente, que se había formado en la base de mi entrepierna, con la tela de mis pantalones claros de pinzas, ella no podía apartar la vista, dejé que el 'asunto' creciera, hasta que el mastil enhiesto dejó toda la salvaje evidencia al descubierto, rozaste con el dorso de tu mano mi entrepierna en un gesto aparentemente improvisado, devolví el cumplido táctil acariciando sus rodillas desnudas, eran muy suaves y estaban sudorosas.




Estabamos disfrutando en este juego, ajenos al peligro, sería muy embarazoso que el jefe viera a sus 'prescindibles' empleados, jugueteando con la falda de la secretaria de dirección, en lugar de estar trabajando con ímpetu, angustiado por la terrible crisis.

Era verdaderamente emocionante, que en cualquier momento alguien pudiera salir de su madriguera, nuestra conversación en doble sentido, seguía hasta que ella decidió subir un peldaño.
Con un hábil movimiento de manos, como si se arreglase la blusa, sacó sin que me diera cuenta los pezones de su sujetador, de modo que entre la sutil tela blanca de su blusa, sus pezones oscuros se transparentaban solo cubiertos por el fino tejido del tejido que transparentaba su forma y su color amplificando su efecto erótico




Confieso que al verlos ahí atrapados, bastantes veces los había imaginado, en estas tediosas y calurosas tardes de verano.

Se levantó de mi lado, estaba claro que quería ver formarse una 'carpa' de dimensiones aún mayores, avanzó varios pasos, siempre hablando en voz alta cosas sin interés, que hicieran creer a los de adentro que nada sucedía en la sala. Fue estrategia pura, te giraste a recoger una goma de borrar, me obligaste literalmente a ver el comienzo de tus glúteos, desde mi comprometida perspectiva.

Al darte la vuelta, estaba empitonada, sus pezones estaban totalmente erectos, convertidos en grandes chupetes que ansiaban ser saboreados.
La tensión erótica era cruel e insostenible. Lo notaba por el temblor en su voz y por el de la mía.

Luego lentamente y sin dejar de mirarme, metió una mano bajo su falda, sacó un dedo, brillante inundado de sus propios jugos lo metió en su boca y sonriendo pícaramente me preguntastó:

-¿ Te gustaría probarlo?

Apoyado sobre los talones y las piernas abiertas y extendidas, aquello fue detonante para que, de una forma traicionera la silla y sus malditas ruedas salieran disparadas, dando con gran estrépito contra una cristalera, la impresora laser se desplomó, al caer explotaron las lámparas con un fogonazo impresionante, mientras intenté agarrarme en la esquina de una mesa, con las carpetas de clientes preferentes, que se vinieron al suelo conmigo, doblándose, abriéndose y enterrándome entre fichas de información ahora totalmente desclasificada, me olvidé que la 'tienda de campaña' seguía ahí, casi sin poder reaccionar ante las puertas que se abrieron, por todas partes salieron oficinistas gritando, extintores vaciándose pensando que habíamos sufrido un ataque terrorista, me confundieron con un suicida islamista y que en mi abultada bragueta había una bomba alojada, la voz del jefe sonó atronadora, mientras algunos hacían fotos con el movil a mi abultada 'carpa':

-Bueno ya hemos resuelto el primer despido. Por cierto abróchese de una vez los pantalones.

Noté como el jefe le daba una palmadita de aprobación casi imperceptible en el culo, disimulaste, te alisaste la falda y de una forma casi mecánica alojaste los pezones en su sitio original, la fiesta visual se había acabado.
En el finiquito que amablemente me entregó, a lápiz muy flojito hay un número de móvil.

8 comentarios:

Abriéndome dijo...

Quiero saber cómo sigue esta historia. A pesar del despido.

Nadia dijo...

Mírala ella que apañada ¡y tú que pardillo!

Besos, de todos modos, ha estado muy bien la historia.

tomasuncafe dijo...

al fin que pintaba el mejor de los trabajos,
callo el silencio, que continué valió la pena,
un abrazo

Claudy dijo...

excitante... pero inacabado..! buen post! me encanto besos!

I AM dijo...

Buenoo... al menos siempre te quedará el consuelo de que tu último día de trabajo fue memorable, seguro que aún andan comentándolo junto a la máquina de café.

No sé si enviarte un beso o un bic, asi vamos entablando conversación.

belita dijo...

Interesante historia aunque con un final "no tan feliz" como me hubiese gustado.

Besos

geheugen dijo...

El recuerdo de la sangre golpeándo las sienes embriagadas de lujuria vivirá más allá que el del final traicionero.
Al fin, que somos carne, nervio y sangre y sigue el juego.

Excelente relato, para repasar hasta "tenerlo" todo Clip
Gracias

Nikita dijo...

ummm que lista, supo como ponertela dura.

me gusta la historia

Muaaa