Me sorprendió la amplitud de las salas, en una de ellas un conjunto de cuadros eróticos renacentistas ocupaban buena parte de la misma, debido a los focos y la cantidad de gente, la temperatura era altísima, gran cantidad de cuadros de mujeres desnudas, hombres, escenas placenteras en campiñas, jardines o palacios, algunas Venus renacentistas, Adonis, odaliscas, poses de toda índole, mostrando la desnudez y el erotismo de la forma más cruda y sugerente.
Marlene, se le notaba que disfrutaba especialmente, iba de cuadro en cuadro, acercándose, mirándolos de lejos, yo me limitaba a fantasear un poco, de repente soltó un:
-¡¡Ohhhhhh !! No me había dado cuenta !!
Todos nos giramos hacia ella, estaba como poseída por un cuadro.
La obra en cuestión era 'Dánae recibiendo la lluvia dorada' de Tiziano. Una copia del original custodiado en el museo de Capodimonte.
Le pregunté que le pasaba, pero estaba absorta y me dijo que ahora no podía explicármelo.
Cuando acabamos de ver los cuadros, quedamos en buscar una cafetería por allí cerca para charlar un poco. La verdad es que me sorprendió ver una chica tan joven, interesándose de esa forma por la pintura.
-La verdad es que me he sofocado por tu culpa, por un momento tu jersey de color azul fuerte, con esa abertura tan amplia en el cuello, la sala llena de desnudos, el color rojo pasión predominante y en el medio de todo este enclave, tú la única mujer guapa, indiferente a todas las sugerentes explosiones de los sentidos allí expuestas, como centro de esas manifestaciones de escenas eróticas tan febriles, momentos capturados a lo largo de los tiempos allí expuestos, no sé, he pensado en todos ahí erotizados, desnudándose mentalmente unos a otros.
Rió con ganas ...
-¿Te imaginas a Tiziano excitándose mientras pintaba a Dánae?
-No, la verdad es que me resulta muy lejano, prefiero imaginarme a la chica del jersey azul, de sonrisa enigmatica y le hice un guiño.
Una sonrisa muy dulce, apareció al otro lado de la mesa.
-Gracias. Dijo bajando la mirada y la voz como un tanto azorada
Marlene, ahora me mostró otra faceta, su lado menos frio, se sacó las gafas y alargó los brazos como un gato desesperezándose, sentí un cosquilleo muy dentro de mí.
El escote del fino jersey se ladeó un tanto, resbalando, dejándole un hombro de piel muy blanca, casi como el del cuadro aquel que ella miró tan intensamente.
-Hoy he descubierto un detalle fascinante sobre el cuadro de Tiziano, acerca de Dánae. ¿Conoces la historia?
-Pués no.
-Es que para comprender el detalle que acabo de descubrir, necesitas saberla. Lo importante es que la lluvia dorada que cae sobre el sexo de la Dánae (en griego Δανάη, “sedienta”)
Zeus estaba loco por ella. Al ser un Dios poderoso, hubiese podido raptarla sin ningún problema, pero quería mantener el secreto, evitando que se enterara su esposa Hera.
Todo ocurrió en una noche estrellada...Dánae yacía desnuda en su lecho, mientras soñaba con la ansiada libertad, cuando apareció Zeus a través de una rendija e inmediatamente se transformó en una suavísima lluvia dorada, se transformó en su propio semen, que cayó sobre la doncella.
Así, gota a gota, entró Zeus en el cuerpo desnudo y asustado de Dánae, patidifusa ante tan importante visita. Aquellas gotas doradas, cual cálido, perfumado, luminoso y vibrante abrazo, lograron el lascivo propósito del dios, la posesión de la hembra, y, de paso, introdujeron en el impúdico vientre femenino la semillita de una nueva vida: la del futuro héroe Perseo.
-Interesante historia, fascinante.
Pedimos unas tónicas y unos pequeños sandwichs, estaban deliciosos, mientras hablábamos, mordisqueabamos y sorbíamos a pequeños sorbos las bebidas, disfrutando de aquella conversación.
-Resulta que hoy he descubierto algo nuevo... es que…verás:
(Se notaba que tenía ganas de contarlo y se atropellaba a si misma al hablar, estaba visiblemente emocionada).-La diosa está tumbada así ¿no? Preparada para recibir la lluvia dorada.
Marlene atrae hacía si otra de las pequeñas sillas de madera, se recuesta entre las dos sillas imitando la postura de Dánae. Yo asiento con la cabeza.
-Pues bien, una de sus piernas tapa la mano, y por la situación del brazo suponemos que reposa en la ingle. Pero si te fijas, esa mano se ve, pero está muy borrosa.
Dice ella colocándosela por debajo del envés del muslo.
-Ahí viene lo bueno, te das cuenta que ésta aprieta los dedos contra la carne como si quisiera abrirse más de lo que puede y deseara empujar ¿Lo ves? Mira así !!
Marlene estaba eufórica, abre ahora sus piernas y aprieta los dedos contra la tela del pantalón. Al punto, se deja caer sobre la silla, toma la otra silla la acerca y se queda tumbada y da unos casi imperceptibles golpes de cadera al aire.
Había adoptado a la perfeccion la postura de la diosa, que aparecía acostada y desnuda sobre un lecho con las piernas abiertas y flexionadas y la cabeza ladeada. A pesar de los jeans y de su llamativo jersey yo estaba imaginando a Dánae allí delante mio. Instintivamente moje las yemas de los dedos en la tónica y lancé gotitas sobre su sexo, con las luces que se filtraban por la ventana parecían pequeñas perlas. Marlene aumentó sus golpes de cadera al aire abriendo aún más su sexo bajo los jeans. Pasan unos segundos y se incorpora, se sienta recta como guardando la compostura y se coloca el escote del jersey, que inmediatamente se precipita hombro abajo.
Yo estaba alucinando, me ajusté las gafas, no podía dejar de mirarla, me estaba imaginando a la Dánae en la época actual, en una cafetería bajo una lluvia dorada, y un hombro desnudo al aire libre, al ver que la miraba tan intensamente ella bajó la suya.
-Ven, siéntate más cerca y le acerqué una silla a mi lado-
Marlene dudó unos momentos concentrada en los dibujos de las vetas del mármol de la mesa, de repente soltó:
-¿ Y por qué no?
Vuelve a sonreír, se levanta y en lugar de sentarse en la silla que le había preparado, se sienta sobre mi muslo, dándome la espalda, casi de un salto, apoyandose sobre mi pecho, estaba ahi en mi regazo, dejando su peso en mi pierna y aguantando con la punta de los pies en el suelo.
Instintivamente me acerco a su cuello y lo huelo. Puedo sentir su calor a través de su amplio escote un olor a lavanda y excitación que surgía de su interior.
-¿Estás húmeda verdad? –le susurro
Marlene asiente con la cabeza. No habla, ahora su mirada está pérdida entre las paredes, mira lejos.
-Muéstramelo.
-Aquí no puedo
Dice ella negando con la cabeza. Se hace un silencio tenso, creo que esta vez he ido demasiado lejos y todo va a acabar aquí
-Vete al baño y traeme la prueba.
Se lo pido semicerrando los ojos, con una mirada que intentaba ser suplicante, pero salió entre morbosa y cómplice, con un tono de voz que a mi me pareció seductor. Aunque al acabar la frase me delató un pequeño suspiro traidor.
Marlene sonríe esta vez, muestra todos sus dientes blancos preciosos, se levanta con un ágil saltito y entra en el baño. Me quedé mirando la puerta. No se que cara puse y prefiero no imaginármela.
Se hizo interminable, pero solo pasaron unos minutos, sale y se sienta enfrente.
Marlene me muestra la yema del dedo índice ligeramente humedecida, se lleva el dedo índice a sus propios labios, saca la punta de la lengua y se lame tímidamente. Para y baja la mirada a la mesa.
-¿Te gustaría saber cuál es mi sabor?
Me pregunta bajando la voz, nuestros torsos rebajan la separación, casi estan encima de la mesa mesa que nos separa. Marlene se encoge de hombros, el escote del jersey vuelve a caer indómito, agarro su mano con decisión y me la acerco a la nariz.
Aspiro profundamente y luego jugueteo con sus dedos, los paso por la mejilla, acaricio mis labios con ellos y finalmente los introduzco en la boca. Son muy suaves, apenas se mueven, me gusta lamerlos lentamente, chuparlos, mi lengua los recorre con mucha dulzura, desde su base a las uñas, Marlene no hace nada, pero ahora si me devuelve la mirada. Intento descubrir el sabor de su sexo, con lentitud no quiero gastar su sabor.
Ella cierra los ojos y empieza a morderse el labio inferior.
Su cuerpo se contonea ligeramente en la silla. Con la mano libre se aprieta la parte trasera del muslo tirando hacia arriba como intentando abrir su sexo. Su respiración se acelera......Vuelve a aparecer la doncella Dánae.....
Un extraño zumbido 'in crescendo' interrumpe la magia que se había desarrollado allí, rodeando aquella mesa blanca de mármol, y las tres sillas desordenadas, donde las vetas estaban empezando a dibujar formas con vida, Zeus y Dánae desaparecieron y les substituyeron las voces de la multitud ajetreada, descubriéndome que no estábamos solos en aquella vieja cafetería al lado del almacén de antiguedades.
Marlene rebuscó en el bolso, extrajo un artilugio rosa, lleno de botoncitos y su semblante se crespó de repente, los sonidos de tazas y conversaciones lejanas volvieron....
-Dime. No, no me he olvidado, estoy en ello, estaba .... Si sí, ya lo sé, pero he entrado en una exposición de unos cuadros muy interesantes ....Y yo, también te quiero. Venga, que sí, que no tardo.
No se porqué, algo me decía que esta conversación ya se había acabado........