lunes, 12 de septiembre de 2011

El extraño pajaro carpintero

Si alguna vez os habéis despertado en una tienda de campaña muy de mañana por el canto de algún ave, seguro que era un mirlo. Su canto es un placer escucharlo.

No hay mejor música que la que desprende el bosque al atardecer, cuando el aire huele a aire, la resina a pino y a través de la tierra mojada se puede escuchar el silencio, esa ausencia se sonidos queda rota al escuchar ciertas aves nocturnas.
Poco a poco vas distinguiendo tantas especies como atención prestes, si tienes suerte mirlos, canarios aflautados, gorriones despistados, o el sonido majestuoso de los búhos....






Estaba absorto intentando identificar los sonidos que hasta me pareció oír una especie que no reconocía, entre tanta fiebre de sonidos distinguí el ritmo incansable de un pájaro carpintero pero mezclado con el aullido de un gato, me enfilé por un sendero que conducía a una especie de explanada entre la densa espesura de un bosquecillo y presté más atención.


El sendero estaba flanqueado de peñascos atormentados por el sol y el fuego del cielo ardía en la tierra, ahora se distinguía claramente un gemido ansioso y repetido, me acurruqué entre las ramas del último árbol antes de un pequeño claro en el que se veían unas grandes piedras negras, unas estaban enhiestas y otras tumbadas en el suelo, me quedé sin aliento.

Encima de una de esas piedras celtas, una mujer se entregaba a un extraño ritual, se frotaba completamente desnuda contra un menhir que tenía forma de falo, enlazada la piedra con los muslos hasta formar parte de la misma, aplastaba su sexo contra la superficie áspera del megalito, subía y dejaba bajar lentamente con el empuje de sus redondeadas piernas, sus muslos eran redondeados y parecían formar de esta escultura viva, me estremecí por el deseo y una corriente eléctrica recorrió mi espalda.

Su cuerpo desnudo se retorcía ante mi, una de sus manos atrapaba con fuerza la muñeca contraria y sus brazos morenos rodeaban la piedra como dos serpientes que se mordían la cola, se retorcía en cada embate, sus cabellos de oro brillaban por el sudor y golpeaban su espalda rítmicamente como azotada por un látigo de hilos de seda, el aire parecía estar paralizado ante aquel espectáculo de pasión desenfrenada.
Inesperadamente lanzó un grito, sacudida por un espasmo, se dejó resbalar poco a poco al suelo hasta donde estaban sus ropas.

Se repitió la escena en días sucesivos, en el ocaso del cuarto día justo en el momento en que se desnudaba, cuando iba a abrazar la piedra salí del bosque espectralmente intentando andar con parsimonia con una rama de olivo en una mano, ataviado con una sábana blanca cruzada sobre el pecho, hábilmente colocado a contraluz, dejando que la sombra alargada se escurriera entre las piedras damdo una imagen enigmática y a la vez majestuosa.

-Pero ¿quién eres tú?
-Démeter (Dios de la Tierra), le entregué la ramita para confirmarlo.
-¿Entonces mi sacrificio ha funcionado?
-Si, serás muy fecunda a partir de ahora, pero aún te falta el último sacrificio.

Se desnudó y allí mismo apretada su espalda contra la piedra en forma de falo, aún caliente por los rayos huidizos del sol, buscó bajo la sábana y tomó mi verga ceremoniosamente y se la introdujo lentamente por su ya húmeda cueva, cuando entró suavemente esta vez me abrazó a mi y su dulzura dejó paso a una furia incontrolada, quería quedar bien como representante de las humanas, sus largas crines doradas, empezaron a tener vida propia y acabó aplastada con mis embates como una mosca ante el cristal, contra aquella pared monolítica, exploté en su interior como nunca antes y nuestros gritos fueron contestados por pájaros, ranas, grillos y saltamontes en un festival sonoro nunca oído.

Después nos vestimos tranquílamente.
-Oye ¿y esta bici?
Curiosamente apareció mi ropa al lado, creo que había descuidado un pequeño detalle logístico.




Cuando vayaís òr el bosque prestar atención a los sonidos, las ninfas, si te pillan estás perdido.



PD Para leer este post os recomiendo quitar la musica (cruz roja navegador) e ir activando todos los sonidos, para recrearnos en esta noche mágica veraniega.

2 comentarios:

Novicia Dalila dijo...

¡¡¡Mola¡¡¡
Yo he disfrutado tanto de los sonidos del bosque como relatas, pero nunca me había encontrado una elfa o un elfo que animaran así el paisaje, ya de por sí, precioso.
Más de un@ se echaría al monte, incluso sin kit de supervivencia, si hubiera alguna posibilidad de vivir una experiencia como la tuya ;-)

Un beso, Clip

Clip dijo...

Novicia vaya por delante que el mundo oculto de elfos, enanos, duendes y personajes mágicos que pueblan los bosques me encantan.

jajaja lo de vivir esa experiencia solo depende de encontrarse con un buen menhir de agradable aspecto y proporciones considerables.

Un besazo Novicia !