domingo, 25 de septiembre de 2011

Psicología Inversa

La Reactancia puede causar que una persona

adopte o endurezca un punto de vista

o actitud contraria a la intencionada

y también incrementa la resistencia a la

persuasión.









Se acercó a aquella imponente mujer de piernas infinitas, calzadas en unas medias oscuras inmaculadamente vestida, sus proporciones destacaban en la sala, leía sola en una mesa redonda mientras tomaba un café con leche, se notaba que utilizaba sus encantos a la perfeccion para conseguir sus objetivos, observándo su cuidada apariencia y traje chaqueta de marca se diría que era triunfadora y ambiciosa en su trabajo y no acostumbrada a los desplantes. Estaba leyendo atentamente un libro de filosofía acerca de Montesquieu.

La conversación fue educada en grado sumo, pero totalmente desconcertante para ella, no así para nuestro ínclito personaje.

-Me llamo Damian, perdona que te aborde, pero estaba en la barra del bar y distraídamente me fijé en ti, estaba buscando una mujer poco agraciada físicamente, recatada, aunque no tenga modales finos y que aparentemente sea fiel y leal aunque no tenga mucha cultura.

La mujer sintió que algo ardía en su interior, luchando contra su deseo de lanzar un improperio, aguantó su rabia con una suave y estudiada caida de ojos contestó.

-Encantada, me llamo Mónica.

Estiró un poco sus piernas y se atusó la larga melena rubia, estaba enredada en sus propias redes, en ella ahora solo había ganas de venganza, seducir y sacar del terrible error a este majadero que no sabía apreciar las 'delicatessen' que encerraba su persona.

Damian permanecía totalmente impasible ante los constantes cambios de postura e inclinaciones hacia delante para mostrar su generoso escote, mientras la ajustada falda y parecía aparecer y desaparecer entre aquellas largas piernas de muslos torneados. De modo que ella intentó llevar la conversación a su terreno.

-Entonces Damian ¿No te parezco guapa?
-Pues no la verdad, pero no te preocupes, ya te he dicho antes que no es lo que busco en una mujer.
-Te aseguro que en la intimidad gano mucho, quizás hoy he salido un poco rápido de casa y no me ha dado tiempo de maquillarme y ponerme la ropa que mas me favorece.
-No te preocupes yo mas bien prefiero a las chicas algo feas, en esta vida no se puede tener todo.

La inseguridad ya tenía su víctima propiciatoria, estaba haciendo su efecto de una forma inexorable, adueñándose de la situación y extendiéndose como una mancha de aceite. Y el efecto 'camaleón' se apropió de aquella bellísima mujer. No entendía que pasaba abrió la boca y no parecía dueña de sus palabras.

-Soy una fiera en la cama, dispuesta a hacer lo que me pidas y de lo mas discreta que te puedas imaginar en la vida social y por supuesto fiel como la que mas (aquí mintió con descaro), puesto que estaba reforzando sus puntos mas débiles ya dando por perdidos sus armas de mujer más poderosas.

-¿Seguro? No me lo creo.
-Yo no me siento fea pero si tu me ves así supongo que debes tener otras referencias, debes conocer mujeres muy guapas.
-No te preocupes tienes una conversación muy agradable y suples tu belleza con simpatía y personalidad. Me gusta la gente simpática.
-Por favor déjame salir contigo, aunque solo sea una cita.
-Bueno ya que insistes, aquí tienes el número de mi móvil.


Llegados a este punto Damian abandonó su actitud distante, lo cuál hizo que ella se levantase agradecida y le besase suavemente la mejilla mientras cogía la servilleta con el número de móvil, al salir contorneó las caderas a través de su falda ajustada y salió rapidamente del local no fuera a ser que Damian se arrepintiese.


Estaba terriblemente contenta.

jueves, 22 de septiembre de 2011

La vieja maleta de piel

Al colocar la llave en la cerradura, se acopló perfectamente, dos vueltas a la derecha, un chasquido y el carácteristico olor a madera la invadió por dentro, era una cabaña muy acogedora, unas vigas grandes de madera contrastaban con el techo bajo, muebles rústicos, chimenea con leña cuidadosamente apilada en su costado izquierdo.


Decidió ponerse cómoda la espera podía ser larga, encendió la chimenea y miró distraidamente por la ventana....



- - - o o o O o o o - - -



No podía creer lo que estaba viendo, una gran maleta marrón de piel provista de unas pequeñas ruedas avanzaba por la estrecha carretera invadiendo la calzada, había tomado velocidad por la pendiente, el caso es que la esquivó con dificultad con un volantazo y observó por el retrovisor como perdía velocidad y se paraba majestuosamente en la cuneta de la siguiente curva, una terrible curiosidad la invadió, abrió aquella maleta, una dirección y una llave coronaban una serie de efectos personales, unos 'jeans', una chaqueta de franela, varias camisas de, ropa interior.... el caso es que aquellas prendas y el aroma que se desprendía de ellas le resultaban terriblemente familiares, su mente sin ser autorizada empezó a imaginar la figura de su dueño.


- - - o o o O o o o - - -
Él no se porqué extraña razón decidió poner sus objetos íntimos en aquella vieja maleta provista de ruedecillas, era una maleta peculiar siempre pensó que dotada de vida propia, el caso es que fue doblando cuidadosamente sus recuerdos, las prendas mas apreciadas, el cinturón que siempre llevaba consigo, tampoco pudo comprender porqué se acercó a aquella vieja carretera y lanzó la maleta a rodar desde el punto más alto impulsándola con el pié .....


- - - o o o O o o o - - -


El chasquido de unas ruedas frenando sobre la gravilla la sacó de su ensimismamiento, alguien bajó del coche oyó el portazo, sus pasos y el chasquido de la cerradura al ir dando su consentimiento metálico para entrar, ahora ya no podía reaccionar, lentamente se plantó enfrente de ella, sonrió.


-¿Tú?




Ella sonrió nerviosamente, pensó en lo acertado de no ir con su uniforme, ocultó rápidamente el bloc de multas bajo la maleta abierta, se desabrochó la blusa lentamente mientras pensaba que por esta vez no denunciaría al imprudente dueño de la maleta .......

lunes, 12 de septiembre de 2011

El extraño pajaro carpintero

Si alguna vez os habéis despertado en una tienda de campaña muy de mañana por el canto de algún ave, seguro que era un mirlo. Su canto es un placer escucharlo.

No hay mejor música que la que desprende el bosque al atardecer, cuando el aire huele a aire, la resina a pino y a través de la tierra mojada se puede escuchar el silencio, esa ausencia se sonidos queda rota al escuchar ciertas aves nocturnas.
Poco a poco vas distinguiendo tantas especies como atención prestes, si tienes suerte mirlos, canarios aflautados, gorriones despistados, o el sonido majestuoso de los búhos....






Estaba absorto intentando identificar los sonidos que hasta me pareció oír una especie que no reconocía, entre tanta fiebre de sonidos distinguí el ritmo incansable de un pájaro carpintero pero mezclado con el aullido de un gato, me enfilé por un sendero que conducía a una especie de explanada entre la densa espesura de un bosquecillo y presté más atención.


El sendero estaba flanqueado de peñascos atormentados por el sol y el fuego del cielo ardía en la tierra, ahora se distinguía claramente un gemido ansioso y repetido, me acurruqué entre las ramas del último árbol antes de un pequeño claro en el que se veían unas grandes piedras negras, unas estaban enhiestas y otras tumbadas en el suelo, me quedé sin aliento.

Encima de una de esas piedras celtas, una mujer se entregaba a un extraño ritual, se frotaba completamente desnuda contra un menhir que tenía forma de falo, enlazada la piedra con los muslos hasta formar parte de la misma, aplastaba su sexo contra la superficie áspera del megalito, subía y dejaba bajar lentamente con el empuje de sus redondeadas piernas, sus muslos eran redondeados y parecían formar de esta escultura viva, me estremecí por el deseo y una corriente eléctrica recorrió mi espalda.

Su cuerpo desnudo se retorcía ante mi, una de sus manos atrapaba con fuerza la muñeca contraria y sus brazos morenos rodeaban la piedra como dos serpientes que se mordían la cola, se retorcía en cada embate, sus cabellos de oro brillaban por el sudor y golpeaban su espalda rítmicamente como azotada por un látigo de hilos de seda, el aire parecía estar paralizado ante aquel espectáculo de pasión desenfrenada.
Inesperadamente lanzó un grito, sacudida por un espasmo, se dejó resbalar poco a poco al suelo hasta donde estaban sus ropas.

Se repitió la escena en días sucesivos, en el ocaso del cuarto día justo en el momento en que se desnudaba, cuando iba a abrazar la piedra salí del bosque espectralmente intentando andar con parsimonia con una rama de olivo en una mano, ataviado con una sábana blanca cruzada sobre el pecho, hábilmente colocado a contraluz, dejando que la sombra alargada se escurriera entre las piedras damdo una imagen enigmática y a la vez majestuosa.

-Pero ¿quién eres tú?
-Démeter (Dios de la Tierra), le entregué la ramita para confirmarlo.
-¿Entonces mi sacrificio ha funcionado?
-Si, serás muy fecunda a partir de ahora, pero aún te falta el último sacrificio.

Se desnudó y allí mismo apretada su espalda contra la piedra en forma de falo, aún caliente por los rayos huidizos del sol, buscó bajo la sábana y tomó mi verga ceremoniosamente y se la introdujo lentamente por su ya húmeda cueva, cuando entró suavemente esta vez me abrazó a mi y su dulzura dejó paso a una furia incontrolada, quería quedar bien como representante de las humanas, sus largas crines doradas, empezaron a tener vida propia y acabó aplastada con mis embates como una mosca ante el cristal, contra aquella pared monolítica, exploté en su interior como nunca antes y nuestros gritos fueron contestados por pájaros, ranas, grillos y saltamontes en un festival sonoro nunca oído.

Después nos vestimos tranquílamente.
-Oye ¿y esta bici?
Curiosamente apareció mi ropa al lado, creo que había descuidado un pequeño detalle logístico.




Cuando vayaís òr el bosque prestar atención a los sonidos, las ninfas, si te pillan estás perdido.



PD Para leer este post os recomiendo quitar la musica (cruz roja navegador) e ir activando todos los sonidos, para recrearnos en esta noche mágica veraniega.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Amistad estival









En la playa, un día pegajoso y caluroso, un hombre protegido en la sombra que proporciona una sombrilla azul, contempla anónimamente pero con minuciosidad a la gente que transita, se baña o toma el sol perezosamente sobre la arena, va tomando notas en una libretita amarillenta. Tantas horas entregado a la misma actividad y con la vista puesta en la carne desnuda colocada encima de las toallas, asándose lentamente y retozando bajo el astro rey podría no significar ser algo bueno, quizás sea un 'paparazzi' sin escrúpulos o peor todavía un posible secuestrador.
El observador es observado a su vez por un policía, en un anillo recursivo de difícil solución, cuando pasan unas horas de mutuas vigilancias, el agente se acerca y le pide la documentación, para evitar que un voyeur o un sujeto de dudosas intenciones quiebre la plácida jornada.
Nada de eso, es un hombre que busca una amiga especial según manifiestala, como no se fía de la vacuidad de las redes sociales decide realizar un trabajo de campo y recurrir al viejo uso de la observación metódica y de su exhaustivo conocimiento como 'cazatalentos'.

El funcionario intrigado, le pregunta porque no se fija en los cuerpos de las mujeres mas exuberantes o en la mirada pérdida de la intelectual con las gafas semicaidas, reflexionando sobre la última frase leida en un libro semiabierto, ni tampoco en las variadas razas exóticas que llenan de color esta selva humana, él cree con vehemencia que en esta playa puede estar su futura amiga, va tachando en su libreta a las que muestran en su cuerpo el paso envilecido del tiempo y a las que no muestran ninguna arruga, a pesar de que crece la esperanza de vida, no le interesa ni la depresión, el pesimismo, el extreñimiento ni la ingenuidad y la candidez que obliga a gastar la vida explicando todo de nuevo.
Las candidatas se reducen vertiginosamente, también ha rechazado a las que ña piel de su espalda recuerdan el rojo cangrejo, su amiga cómplice no debe ser tan irresponsable y olvidarse del riesgo de su propia piel a cambio de un moreno de estampida, también descartadas las que demasiado previsoras aparecen con 2 toallas en la cabeza y una sábana rodeando su blanco cuerpo.
También quedan descartadas las que guardan las dos horas reglamentarias de digestión y las que se lanzan corriendo al mar después de una inmensa paella regada con litros de sangría.
Quedan cada vez menos candidatas, anota en la libreta las descripciones de las que después de comer (debidamente hidratadas y protegidas del sol), se zambuyen entre las olas con el riesgo medido con un protocolo sencillo de aclimatación permaneciendo en la orilla durante algunos minutos.
Mi amiga tomará iniciativas asumirá riesgos pero no me arrastrará al caos, estará al día y no se moverá por modas pasajeras.

En la lista se subralla a las que disfrutan de sus propias actividades, nadan, saltan las olas, recogen la pelota que se les escapa con una sonrisa fácil en la boca.
Se tachan a las que abordaron las hamacas gratuitas pasando por encima de ancianos y niños, acaparando incluso mas de las que pueden ocupar, son egoistas potenciales capaces de cualquier cosa por efímeras necesidades.
El agente sorprendido de tantos descartes le dice al observador que posiblemente si hila tan fino no encontrará a ninguna futura amiga capaz de satisfacer sus expectativas.
El hombre contesta que tiene en cuenta eso no le importa irse con las manos vacias pero gracias a sus observaciones tiene a las más preparadas para su nueva amistad pero que el problema mas difícil es convencerlas de que deben dedicarse a ser sus amigas. Por lo tanto no deja de ser un simple juego para distraerse en las largas horas estivales.


En una calurosa playa ahora hay dos hombres acurrucados bajo la sombra de un parasol azul uno toma notas en un bloc de multas.