Se acercó a aquella imponente mujer de piernas infinitas, calzadas en unas medias oscuras inmaculadamente vestida, sus proporciones destacaban en la sala, leía sola en una mesa redonda mientras tomaba un café con leche, se notaba que utilizaba sus encantos a la perfeccion para conseguir sus objetivos, observándo su cuidada apariencia y traje chaqueta de marca se diría que era triunfadora y ambiciosa en su trabajo y no acostumbrada a los desplantes. Estaba leyendo atentamente un libro de filosofía acerca de Montesquieu.
La conversación fue educada en grado sumo, pero totalmente desconcertante para ella, no así para nuestro ínclito personaje.
-Me llamo Damian, perdona que te aborde, pero estaba en la barra del bar y distraídamente me fijé en ti, estaba buscando una mujer poco agraciada físicamente, recatada, aunque no tenga modales finos y que aparentemente sea fiel y leal aunque no tenga mucha cultura.
La mujer sintió que algo ardía en su interior, luchando contra su deseo de lanzar un improperio, aguantó su rabia con una suave y estudiada caida de ojos contestó.
-Encantada, me llamo Mónica.
Estiró un poco sus piernas y se atusó la larga melena rubia, estaba enredada en sus propias redes, en ella ahora solo había ganas de venganza, seducir y sacar del terrible error a este majadero que no sabía apreciar las 'delicatessen' que encerraba su persona.
Damian permanecía totalmente impasible ante los constantes cambios de postura e inclinaciones hacia delante para mostrar su generoso escote, mientras la ajustada falda y parecía aparecer y desaparecer entre aquellas largas piernas de muslos torneados. De modo que ella intentó llevar la conversación a su terreno.
-Entonces Damian ¿No te parezco guapa?
-Pues no la verdad, pero no te preocupes, ya te he dicho antes que no es lo que busco en una mujer.
-Te aseguro que en la intimidad gano mucho, quizás hoy he salido un poco rápido de casa y no me ha dado tiempo de maquillarme y ponerme la ropa que mas me favorece.
-No te preocupes yo mas bien prefiero a las chicas algo feas, en esta vida no se puede tener todo.
La inseguridad ya tenía su víctima propiciatoria, estaba haciendo su efecto de una forma inexorable, adueñándose de la situación y extendiéndose como una mancha de aceite. Y el efecto 'camaleón' se apropió de aquella bellísima mujer. No entendía que pasaba abrió la boca y no parecía dueña de sus palabras.
-Soy una fiera en la cama, dispuesta a hacer lo que me pidas y de lo mas discreta que te puedas imaginar en la vida social y por supuesto fiel como la que mas (aquí mintió con descaro), puesto que estaba reforzando sus puntos mas débiles ya dando por perdidos sus armas de mujer más poderosas.
-¿Seguro? No me lo creo.
-Yo no me siento fea pero si tu me ves así supongo que debes tener otras referencias, debes conocer mujeres muy guapas.
-No te preocupes tienes una conversación muy agradable y suples tu belleza con simpatía y personalidad. Me gusta la gente simpática.
-Por favor déjame salir contigo, aunque solo sea una cita.
-Bueno ya que insistes, aquí tienes el número de mi móvil.
Llegados a este punto Damian abandonó su actitud distante, lo cuál hizo que ella se levantase agradecida y le besase suavemente la mejilla mientras cogía la servilleta con el número de móvil, al salir contorneó las caderas a través de su falda ajustada y salió rapidamente del local no fuera a ser que Damian se arrepintiese.