Ese maldito estado que provoca una conexión con dos webcams enfrentadas......
Archivos enviados como bombas de relojería, los sonidos de recepción
mensajitos recibidos, frases, textos, miradas.
Maldito erotismo y su dulce esclavitud !!!
-¿Satisfecho? ¿le enseño mi 'otra' joya?
Aquel ladrón de poca monta, intentó hablar pero no le salieron más que unos sonidos guturales. La pistola cayó al suelo con estrépito.
El resto de clientes masculinos, después de una pausa, también solicitaron educadamente ver las mejores joyas.
El guardia de seguridad ajeno al jolgorio provocado, le dobló el brazo y aprisionó contra el suelo hasta que se acercaron unos agentes de policía.
Una joven agente le esposó las muñecas mientras estaba inmobilizado en el suelo y con el nerviosismo alteró levemente el texto de la detención:
"Usted tiene derecho a permanecer en
silencio. Cualquier cosa que diga, será usada en su contra ante un tribunal.
Tiene derecho a consultar a un abogado y/o a tener a uno presente cuando sea
interrogado por la policía. Si no puede contratar a un abogado, le será
designado uno para representarlo".
-Es lo mínimo, aquí tienes.
El gígolo entreabrió parte de su bragueta y entre sombras se pudo adivinar la forma de la daga oculta, capaz de convertir noches, en festivales llenos de magia y placer.
Ella desabrochó dos botones más y a duras penas pudo abrazar con una sola mano aquel gusano venoso descomunal.
-¿Puedo ver probar tu rabo?
Preguntó tímidamente con la voz entrecortada
-¿Por qué no?
Bajó la piel suavemente, mientras las potentes pulsaciones de aquellas venas se transmitían fielmente en la palma de su mano, un glande esférico inmenso, quedó al borde de sus dedos a punto de desbordarse.
Pasó su lengua, suave carnosa y deliciosamente entrenada para estos menesteres, entre los deslizantes lóbulos granatosos, aquella polla tenía un sabor especial, pasó su saliva dulcemente y luego levemente lo metió entre sus labios, profundizando su examen en la boca, un mecanismo incontrolado le provocó una descarga eléctrica por toda la espalda, una explosión de sabores le golpeó el paladar, mientras aquel rabo se debatía por aumentar su tamaño, haciéndole temer por su mandíbula ya abierta al máximo, puesto que con una sola mano era incapaz de sustentarlo.
Con la otra mano, a ciegas rebuscó en el bolso, rapidamente depositó un billete de 500 € en la mesilla de noche, pero allí ya había desde hacía un buen rato, otro billete solitario de igual cuantía.