Hasta para su limitada inteligencia era evidente que no podría encontrar nunca a la princesa de la que estaba enamorado, sin un plano de los aposentos del castillo, sin señales, pero por una vez la fortuna quiso guiarle. Unos gemidos femeninos retumbaban en medio del pasadizo, le sirvieron de guía hasta una maciza puerta cerrada, los quejidos ahora eran muy claros y se oían entremezclados con el rechinar angustioso de unos muelles de somier.
Para el O.R.P (Official Rescuer Princesses), interpretar aquellos sonidos no requería ningún esfuerzo intelectual extra, alguíen amordazado y atado a una cama se estaba retorciendo para intertar liberarse, además él sabía quién era ese alguien. Tiró suavemente de la manecilla de la puerta y comprobó que estaba abierta (lo cual empezó a extrañarle), no tiene mucha lógica encerrar a una princesa y olvidarse de cerrar la puerta, por muy atada que esté en la cama, la habitación estaba sumida en la oscuridad mas espesa, avanzó a tientas, ahora los sonidos que se volvían mucho mas terroríficos amplificados por la acústica de la habitación. Era evidente que la princesa estaba sufriendo mucho. Ahora jadeaba y gemía y de la hondura de su desesperación se oían unos gruñidos esporádicos que debían salir de sus atribuladas entrañas torturadas.
Afortunadamente para ella se habían acabado ya su cautiverio, se acercó silenciosamente a la cama, alargó la mano para darle tranquilidad, la retiró al instante con un escalofrío, acababa de descubrir una peculiaridad física de la princesa su culo era notablemente musculoso y peludo, además los muy canallas la tenían totalmente desnuda.
La princesa había captado el mensaje de que llegaba ayuda, había dejado de brincar en la cama y en el momento en que el rescatador abría la boca para explicarle que iba a sacarla de allí enseguida, volvió a gemir y habló:
-Más, más. ¿Por qué te has parado? Estaba llegando .....
El rescatador estuvo a punto de contestar, que no tenía que molestarse mas porque estaba a salvo, por fin la había descubierto y la iba a rescatar en breve, cuando inexplicablemente oyó la voz de un hombre que salía de la misma cama, esto era de lo mas cruel que jamás hubiera imaginado, el torturador se había metido en el mismo lecho que la víctima.
-¿Manos? ¿Cuantas manos? ¿Es eso lo que me has preguntado?
-Exactamente
-Ya me lo pareció (murmuró) ¿En un momento como este te pones a hacerme preguntas estúpidas?¿Cuántas manos te crees que voy a tener, tres, cuatro?
-Si, y una de ellas fría y callosa.
-¡De modo que soy callosa! Aqui lo único que hay calloso y grosero eres tú. Debería haberme dado cuenta. Anda déjate de tonterías y acaba lo que has empezado.
-Está bien, contestó dubitativamente, de todas formas, yo juraría que me tocaste el culo con tu tercera mano.
-No digas gilipolleces querido. Venga sigue y calla un poco.
Se inició otra vez el rechinar de los muelles, aunque esta vez acompañado de unos gruñidos bastante menos entusiastas del hombre y las frenéticas súplicas de la princesa pidiendo mas y mas.
El rescatador se quedó en cuclillas junto a la cama amparado en la oscuridad, intentando comprender lo que estaba pasando pero comprendiendo que debía salir de allí, al incorporarse resbaló con la alfombrilla y para mantener el equilibrio alargó la mano y esta vez se topó con la rodilla de la princesa. De la cama surgió un ahogado grito y cesaron todos los movimientos.
El rescatador soltó la rodilla y hulló de puntillas con toda prisa hacia la puerta amparado en el espesor de la oscuridad.
-¿Que pasa ahora? preguntó el hombre.
-Manos, balbuceó la mujer, antes ¿dijíste manos?
-Dije una mano.
-Te creo, esa mano acaba de agarrarme la rodilla.
-Te juro que no era la mía
-¡Socorro! Empezó a gritar la princesa.....
-Te creo, esa mano acaba de agarrarme la rodilla.
-Te juro que no era la mía