Un hombre de mediana edad de complexión fuerte
corre desnudo y lleno de vendajes por los pasillos del hospital, parece desorientado, una gasa oculta parcialmente su cara, intenta encontrar la salida desesperadamente, el rostro muestra muecas de terror y sus gestos son descoordinados.
Detenido entre tres enfermeros no puede dar explicaciones coherentes, habla de sueños y realidades, se muestra terriblemente confuso, cada mañana se encuentra mas débil, cree que alguien le está quitando la vida y alguien la reparte entre quien mas la necesita.
En el informe policial, denuncia que en repetidas ocasiones se despierta con una eyaculación brutal en mitad de la noche, como si una fuerza le absorviese las entrañas, al abrir los ojos siempre encuentra a una enfermera cerca de él que se relame y atusa la bata, él busca disimuladamente su propio semen entre las sábanas pero están totalmente secas, la empleada que nunca es la misma sonríe y se va...
El enfermo con el que comparte la habitación muestra una cara de profunda decepción.
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Se había corrido la voz entre el personal sanitario femenino que aquel hombre accidentado por un atropello de coche, tenía el glande con un sabor, aroma y textura extraordinarios, una mezcla de flores y miel.
Todo empezó por una casualidad, la enfermera que le ayudó a cambiarse de ropa por primera vez pues estaba débil y dolorido, comprobó que estaba muy bien dotado al pasarle una toallita por el miembro para limpiarlo bien, al frotarlo quedó un tanto maravillada con una simpática erección, acompañada de un perfume que invadió toda la habitación, por la noche después de administrarle los sedantes correspondientes y esperando que nuestro hombre se durmiera, decidió investigar mas a fondo y levantó cuidadosamente la sábana y procedió a frotarle la verga de nuevo, observando sus mágicas proporciones y un tacto increiblemente suave, como no se despertaba y aprovechando la oscuridad se la metió furtivamente en la boca, entonces comprobó que tenía un sabor delicioso y no pudo resistir la tentación de acariciarla con la lengua sin encontrar el momento para parar, un chorro de leche la devolvió a la realidad y quedó definitivamente absorta con aquel nuevo sabor, quedó maravillada se lo contó a su mejor amiga que naturalmente no se lo creía y quiso comprobarlo por si misma y al final le dio la razón, aquella habitación siempre olía poderosamente a flores, de modo que las auxiliares al pasar por la puerta preguntaban que pasaba, el rumor se extendió como la pólvora y las que aún no lo habían probado amenazaron con contarlo todo, de modo que se hicieron unos estadillos, para que todas las que quisieran pudieran comprobarlo por si mismas.
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El no entendía porque a su compañero de habitación tenía siempre canalizada la atención de las enfermeras, cada vez que se dormía una enfermera entraba apagaba la luz y le practicaba una felación. El se hacía el dormido pero no había manera ¿acaso no se la podían hacer a él?. ¿Acaso aquí no cotizamos todos igual?
Se apartaba las sábanas dejando el miembro al descubierto, pero las enfermeras simplemente le tapaban de nuevo chasqueando la lengua y en cambio destapaban al de la cama contigua, se dedicaban por entero y con dedicación al cipote de su compañero de habitación, quizás debiera pagar algún tipo de complemento. El caso es que cada vez aparecía una enfermera nueva pero siempre hacía lo mismo que la anterior como si ya supiera de antemano lo que había que hacer.
Dejó de tomar sus medicamentos, se perfumaba constantemente, se hacía el dormido, empeoró su salud pero no se pensaba ir de aquella habitación hasta que las auxilares se fijaran en él.