-Sabes quien soy, ¿verdad? -Soy un hombre de la lluvia.
Soy el que pasea por las calles cuando nadie más lo hace.Cuando la lluvia moja tu cara, cuando el frío se asienta en tu pecho, cuando las tinieblas te envuelven, entonces es cuando puedes verme. No sabes cómo ni por qué, pero cuando me necesitas y me llamas siempre acudo a tu encuentro.
Entonces, cuando nos encontramos, veo tu cara mojada, tus manos temblorosas y tus ojos asustados.
Yo, como siempre, te sonrío con dulzura mientras seco tus mejillas y tomo tus manos. Te abrazo y te llevo lejos de la lluvia y del frío. Las tinieblas quedan atrás y por un momento, te veo sonreír de nuevo.Que hermosa es tu sonrisa. Cuando aparece en tu rostro de repente vuelves a ser preciosa.
No necesitas hablarme porque tus ojos hablan por ti y me dicen todo lo que un hombre de la lluvia podría desear escuchar.
Me preguntas:
-¿Cómo lo haces? siempre lo consigues, nunca me dejas sola en los días grises, gracias, muchas gracias...
Mientras veo todo eso en tus ojos me siento feliz... porque así somos los hombres de la lluvia.
Sigo mirándote a los ojos, ahora vivos de nuevo, llenos de cariño y gratitud, de ternura y quietud.
Y mientras te sigo mirando, lentamente, la tristeza se adueña de mí.
Porque sé que pronto volveré a perderte.
La tormenta se aleja de ti y tú corres de nuevo en busca de la luz, de la vida...
Quizás haya algún hombre de la luz que te espera, para volver a compartir contigo todos los amaneceres del mundo, para poder verte despertar con tu rostro maquillado de felicidad, para hacerte olvidar que hay tormentas y para que no pienses más en mí...
¿Sabes qué?
-A veces me gustaría ser un hombre de la luz. Quizas así no te vería con el pelo mojado, ni tiritando, ni desorientada en la penumbra.
Me gustaría verte reluciente como el sol, llena de vida como un río en primavera y alegre como una mañana en el bosque... pero sólo soy un humilde hombre de la lluvia.
Tan sólo sé abrazarte y darte ternura, agitar los brazos para que la tormenta se aleje de ti, sonreírte y decirte con mis ojos que nunca dejaré que llores.
Pero no es lo que hacen los hombres de la luz. Ellos son de otro modo. Ellos temen la oscuridad y la tempestad y nunca se atreven a venir a buscarte cuando el miedo te atrapa sin avisar.
Ellos son pacientes y cuando la luz vuelve a cubrir tus cabellos con el aura que yo nunca alcanzo a ver, entonces vienen a buscarte.
Yo desde lejos Los veo marchar y hasta creo distinguir el aura de la que te hablé.
Mis ojos brillan, mis labios sonríen, pero a la vez siento que en mi corazón algo ha vuelto a morir de nuevo.
-Soy el hombre de la lluvia, ¿recuerdas?
-Quizás algún día, cuando marches de nuevo en tu camino hacia la luz del sol, tu rostro se vuelva a mí y me digas:
- Ven, quiero enseñarte el amanecer.
Con este cuento que me encanta, me ha pasado algo curioso, me he topado con él varias veces, esta vez lo atrapo y lo comparto, es un cuento anónimo extraido de la red, no he conseguido descubrir su autoría, solo he llegado a un forero que lo extrajo de un librito de cuentos que se encontró en una estación de tren en Perú. Si alguién sabe algo se lo agradecería.